jueves, 28 de enero de 2010

vamos mejorando no? mi insivilidad también.

Hacia tiempo que la idea de suicidio sonaba muy tentadora.
Las cosas iban empeorando con el tiempo y mi vida se convirtió en el simple pasar de los días. Dudaba en mi papel, de que mi simple existencia fuese necesaria y empecé a odiar el amanecer, tiñendo el dulce cielo azul a colores rojizos que me hacían recordar que era un nuevo día, que la vida continuaba y el sufrimiento no acababa, la vida continuaba.
Mi rutina seguía, levantándome a altas horas de la mañana, sin poder dormir porque las pesadillas acudían a mi mente con una facilidad desconocida, haciéndome despertar entre gritos y fríos sudores; caminando por la subsistencia arrastrando los pies y sin levantar la mirada del suelo, simplemente oyendo mis propias pisadas aunque podría jurar que caminaba a dos centímetros del suelo, supongo que sería porque el cuerpo me pedía irme; viviendo de lo etéreo; absteniéndome de los placeres humanos y soportando lo inaguantable.
Por inaguantable puedo definir a la escuela.
No puedo contar las veces que tuve que mentir para faltar, el terror que me infundó una mirada de mi compañera de la derecha y las veces que los insultos llegaron a mis oídos.
Supongo que más que nada por eso acabo con mi vida.
Porque no aguantaré mas una burla, ver a mis compañeros gozar con ellas, viendo como disfrutan provocando el miedo y los sollozos de agonía mezclados con agrias lagrimas que derramaba diariamente hasta caer al suelo del baño y agazaparme a temblar esperando que mi amiga Alicia me rescatase del miedo, siendo vulnerable, no podré soportar ver regocijarse a aquellos que llenan mi vida de sombras y el temor, que me acuchillaron con sucias palabras y me llenaron el cuerpo de moratones, haciéndome bullying.
Yo siempre lo comparé con una especia de tortura, bienvenido a mi vida.
Tomé la decisión hace más o menos un mes cuando después de que me tuviese que ir de clase corriendo sin escuchar los gritos de mi profesora y las pisadas de Alicia corriendo detrás de mi con el abrigo en mano para ayudarme. Alicia la protectora.
Estoy harta de que no me puedo valer por mi misma y que siempre necesite a alguien detrás, de ser el tema de burlas. Corriendo, con las lágrimas deslizándose por mi cara, con los ojos rojos, la respiración entrecortada y el pulso demasiado acelerado me caí desplomada en la acera del colegio, temblando, en posición fetal y demasiado débil como para levantarme mientras Alicia me colocaba el abrigo por encima y me rodeaba con los brazos mientras me susurraba cosas al oído. Supongo que rutina, pero esta vez era diferente. Llevaba mucho tiempo aguantando todo, el peso se había ido acumulando y ya no aguanté más, nada más llegar a casa me encerré en mi cuarto con candando mientras mis padres golpeaban la puerta y gritaban mi nombre con miedo de que cometiera cualquier locura, y la cometería, pero no ese día.
Mis padres nunca llegaron a entenderlo, supongo porque yo nunca les conté lo que de verdad pasaba, no me di a atender y ellos no hicieron nada para entenderme, también me sobreprotegisteis y eso no me ayudo en nada. Supongo papá y mamá que ahora mismo estaréis leyendo esto, pido perdón, por el dolor que cause, pero ninguno será comparado con el que he pasado en vida. Se que me queréis, pero nuestra relación nunca fue fuerte, aguardo que me entendáis, aunque será más difícil de lo que yo me pienso, pero pensar que es lo mejor, prefiero morir antes que vivir sin que la felicidad corone mi vida.





Perdón por encima de todo, os quiero no lo olvidéis y no lloréis mi perdida, sería justo lo que no quiero, aunque se que pido lo imposible.
Pero esta carta me gustaría dedicársela a Alicia, a Alicia la protectora. Gracias por ser la mejor amiga del mundo. Por estar cuando más te necesité, por sacarme esa leve sonrisa en los momentos más difíciles, gracias por darle un toque de color a mi película de terror, por mentir, por encubrirme y secarme las lágrimas con dulces besos. Gracias por ser como eres, fuiste el apoyo que necesite y siento desilusionarte con mi decisión, pero sabes que por mucho que tu estés ahí es difícil. Llámame cobarde por no poder enfrentar los problemas o a la vida e ir por la vía fácil, pero ninguno de vosotros estuvo en mi situación, prefiero ser una cobarde antes que una infeliz
También me gustaría despedirme de aquellos q me ofrecieron la mano y yo les cogí el brazo y no dijeron nada, a toda la familia y al psicólogo Dn. Martín que se empeñaba en llevarme la contraria y meterme ideas equivocadas en la cabeza y no paraba de repetir: La vida no es como tu la ves Verónica, intentando convencerme de lo contrario a cada palabra que decía, pero que se que lo hacía con buena intención. Siento que todas las horas que estuvimos juntos no hayan servido para nada, pero quiero que sepas que te considero un buen hombre.
Ahora, después de despedirme de tantas personas, las tijeras que empuño en mano desde hace dos horas cumplirán su función.
Tiemblo nerviosamente, estoy ansiosa, lo admito.
Mis muñecas acabaran rajadas y la vida se apagará poco a poco como una llama, acabaré tumbada en el suelo con el pelo castaño por el suelo, moriré con una sonrisa en los labios y la mirada de esperanza que nunca tuve.
A todos aquellos que destruyeron mi vida, que les siga de escarmientos la sangre derramada.









Verónica Silva.

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