jueves, 10 de septiembre de 2009

Con un carton bajo el culo

Hacía frío.
Un frío helador.
De aquellos que paralizan cada parte de tu cuerpo y te calan los huesos.
Me arropé con las finas mantas los pies desnudos y sucios y me acomodé en el cartón de me servía como cama dsde hacia seis años.
Podía sentir el aire rozarme la cara, enfriando las lagrimas que caian lentamente por el rostro sin consuelo, podía oler el alchool de la noche pasada en mi aliento y el hedor que desprendía mi piel desde hacía dias.
Me ceñi el gorro hasta la altura de los ojos e ignoré a la gente atareada que pasaba enfrente mía sin ni siquiera mirarme. Cerré los ojos, no pensé en nada, simplemente oí e intente apagarme como una vela, que su llama se consumio para nunca más volver a encenderse, es como morir, pero con consciencia de ello.
El sonido de el tintineo de una moneda me despertó. Alzé la cabeza y le ví, un hombre con gorro, bufanda y barba de varios días.
-Comprese algo- me dijo. Gruñi por lo bajo y coji la moneda como un perro ambriento que ha acabado de ver un trozo de comida. Desesperado...
NO necesitó la caridad de nadie. La vida de la calle es dura, cuando uno menos se lo espera se ve con un cartón bajo el culo y pidiendo dinero enfrente de la iglesia.
Yo antes trabajaba de cajero, era un trabajo digno, pero se me quemo la casa, me la quemaron.. y cuando me quise dar cuenta estaba durmiendo en un puente y alimentandome de galletitas saladas.
NO luché, simplemente me digne al destino. Avanzé en el camino sin dejar migas de pan.. y ahora no se regresar, estoy perdido.
Detrás de cada esquina, en un callejón o en las alcantarillas donde el frío no llega con tanta facilidad, hay un sintecho, que tiene nombre, un carnet de indentidad y una vida por detrás por muy raro que os parezca. Yo soy uno de esos, que llevo una vida, que estoy en una casta y nunca más podré salir de ella

Felipe

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